
durante el arresto se ocupó el automóvil. Una enfermera práctica oyó una discusión y otros pacientes escucharon gritos y gemidos. A las 12:50 de la madrugada del miércoles la enfermera entró a la habitación topándose con el cadáver de Sánchez Colón sobre un baño de sangre. La joven no tenía signos vitales. Al lado del cadáver estaba el cabo del cuchillo. El personal que laboraba a esa hora en el Hospital San Antonio, especializado en neonatología, embarazos de alto riesgo, atención materno infantil y pediatría quirúrgica entró en pánico ante el insólito hecho. La Policía no tardó en llegar y un rato después los agentes del CIC habían obtenido las grabaciones de las cámaras de seguridad de la instalación, que por ley tienen que tener circuitos de vigilancia por tener a recién nacidos. Llamó la atención que al salir no se detectaron manchas de sangre en la bata, la que se cree se había quitado para la siniestra tarea de ultimar a una joven inocente. El asesino con un celular en mano, cabizbajo procurando ocultarse de las cámaras de seguridad y con una aparente credencial en la mano con un cordón que la hacía parecer también como si fueran los tubos de un estetoscopio había quedado nítidamente grabado. Horas después se divulgaron fotos y, posteriormente, el vídeo con un pedido de la Policía a la ciudadanía para que cooperaran en la identificación del individuo. En el instituto en Aguadilla donde la víctima había comenzado sus estudios en enfermería también había incredulidad, y los compañeros de clases entrevistados no habían podido reconocer al asesino de la bata blanca. Aunque no se había determinado el móvil, aparentemente existía una controversia sobre la identidad del padre del bebé que la joven mujer dio a luz el pasado lunes. El compañero consensual de la víctima, Edwin Vélez Cabán, acudió al hospital al ser informado del suceso en horas de la madrugada. En un principio se dijo que el joven no era sospechoso ya que no guarda parecido con el sospechoso del vídeo. Se procuraba conocer los detalles de cómo era la relación entre Sánchez Colón y su compañero. La joven presuntamente había confiado a allegados que estaba amenazada de muerte. Sánchez Colón le había reclamado a Vélez Cabán que dejara de ingerir bebidas alcohólicas, según las confidencias bajo pesquisa. Otros describieron a Vélez Cabán como incapaz de haber amenazado a la joven. El agente Julio Rosario y el teniente Joel González, director de la División de Homicidios del CIC de Mayagüez, en unión al fiscal Elmer Cuerdas, iniciaron la investigación."
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